Ante todo, vaya por delante mi más sincero y profundo
agradecimiento al escritor oriundo de Curarrehue, D. Orlando N. Pacheco Acuña,
por su concienzuda y valiosa labor en la aclaración de algunos conceptos y
palabras que sólo se utilizan en España, o que en Chile pueden gozar de otro
significado. Como muestra de deferencia
hacia el lector chileno, estas explicaciones aparecen impresas con notas al pie de algunas páginas en
la obra. Por
otro lado y, entrando ya de lleno en el prólogo, no puedo dejar de reconocer
que el relato puede ser repudiable, incluso impactante, para algunos por la
relación incestuosa que involucra a un hombre y una mujer, hermanos descendientes
de los mismos padres; pero este extremo es una apreciación personal, y,
naturalmente, serán el público y la crítica quienes juzguen lo que digo. Es
este trabajo producto total de mi fantasía si bien la acción ha sido situada en
la Sierra de Gata, lindando con Las Hurdes (Cáceres), una de las comarcas más
deprimidas de España, donde pasé un mes cuando residía en mi país. La
trama discurre en una aldea que se llama Cadalso (pura coincidencia con el
apellido de nuestro ilustre romántico José Cadalso); término extraño y
horripilante; existe, no obstante, la población así denominada, muy cerca de la
cual se encuentra Descargamaría, por muy largo e infrecuente que resulte su
nombre. Y no es menos cierto que se enseñorea la localidad fronteriza de
Valverde del Fresno a un paso de Portugal. En relación
con los personajes y el argumento, todos ellos son ficticios a excepción de
uno: la que fue mi perra Kora. Ella interviene en algunos pasajes importantes
de la novela; he respetado con fidelidad el nombre y los rasgos de mi ya desaparecido
animal de compañía, que convivió conmigo durante cinco años en Castilblanco de
los Arroyos (España). Sólo me queda reafirmar que sería pura coincidencia cualquier semejanza de nombres de
personas o caracterización de los protagonistas con habitantes de los
mencionados lugares.
El autor